Manglar , sinónimo de vida
Los manglares parecen escenarios de otro mundo. A simple vista esos árboles con raíces retorcidas y delgadas, que se entrelazan semisumergidas entre la tierra y el mar, tienen la capacidad de sorprender y desafiar la imaginación de cualquier aventurero o investigador por su diversidad de formas.
Estos parajes situados en las regiones tropicales, son además ecosistemas que brindan considerables beneficios para el medio ambiente y los seres humanos. Por ello la Unesco establece un Día Internacional de Conservación del Ecosistema de Manglares que se celebra anualmente cada 26 de julio.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, se registran 4,6 millones de hectáreas de manglares en América Latina y el Caribe, con presencia en todas las subregiones menos en el Cono Sur.
La mayoría de los bosques de mangles se encuentra en la costa de los países del Amazonas (Brasil tiene el 70 por ciento de manglares). En el Caribe, es Cuba quien posee la mayor cantidad de bosques de mangle. La lista que revela la importancia de los manglares es bien larga.
En materia de biodiversidad son muy ricos pues funcionan como hábitats de numerosos peces, moluscos y crustáceos y constituyen el refugio de gran cantidad de aves, reptiles y anfibios. A decir de los expertos más de 100 millones de personas en las zonas tropicales e intertropicales del mundo viven cerca de manglares, de estas, casi 30 millones en América Latina y el Caribe.
Para la mayoría de ellos, estos bosques devienen el principal medio para la obtención de alimentos e ingresos mediante la pesca familiar, los deportes acuáticos y el ecoturismo. Por si fuera poco representan una suerte de muro natural que hace frente a las tormentas más severas.
En un informe elaborado por especialistas del Banco Mundial y de la organización The Nature Conservancy señalan, por ejemplo, que la altura de las olas se puede reducir entre un 13% y un 66% cuando existe un cinturón de manglares de 100 metros de ancho; y si este tiene 500 metros de ancho, el tamaño de las olas disminuirían entre 50 y 100%.
Por otro lado, gracias a sus mecanismos naturales de almacenamiento del carbono atmosférico, denominados sumideros de carbono azul, contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático en las zonas costeras, ya que previenen la erosión de los litorales y regulan la calidad del agua. Sin embargo al ser uno de los ecosistemas más productivos del planeta, también es uno de los más dañados.
Durante las últimas décadas del siglo pasado, algunos países de América Latina y el Caribe perdieron entre un 25% y un 70% de la cobertura de manglar, según una investigación de Instituto de Ecología de México. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente advierte que los manglares están siendo destruidos a un ritmo acelerado principalmente por el desarrollo costero sin planificación, la tala y deforestación indiscriminada, la acuicultura sin control, entre otros peligros como vertidos petroleros o la desecación.
¿Si los manglares desaparecieran qué sucedería entonces con la biodiversidad, con las comunidades, con la vida en la Tierra? Cada vez existe una convocatoria más dinámica y organizada, sobre todo con la participación de líderes sociales, para promover la importancia de proteger estos ecosistemas, pues es mucho lo que está en juego con su sobreexplotación. Durante los últimos años algunos de los países de la región como Cuba, Brasil y Colombia, han demostrado la voluntad de preservar los territorios con presencia de manglares.
La inclusión de diversas zonas en la lista de sitios de la Convención de Ramsar, organización internacional dedicada al cuidado de los humedales y la declaratoria de áreas protegidas, son un paso importante. Sin embargo aún falta mucho por hacer para disminuir el conflicto entre el uso y la conservación del ecosistema a nivel global, sobre todo en materia de divulgación del conocimiento entre los pobladores y el sector empresarial, en pos de hacer suya la necesidad de ver al manglar como sinónimo de vida.


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