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Mostrando entradas de diciembre, 2018

La persistencia de las aves

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El Parque de La Libertad, ubicado en pleno centro histórico de la ciudad de Matanzas, muestra desde hace algunos meses una apariencia entre lo patrimonial y lo moderno, luego de las acciones realizadas como parte del plan de reanimación por los 325 años de la Atenas de Cuba. Quienes llegan a la también conocida como segunda plaza de armas encuentran un lugar mucho más acogedor donde pueden sentarse con comodidad sobre bancos nuevos para acceder a la conexión Wi-fi, caminar sobre la imitación de losas berroqueñas y observar el enrejado de antaño, rescatado para proteger la jardinería. El conjunto escultórico de José Martí recientemente restaurado no falta en la foto de los recién casados que recorren el parque, mientras la fuente de Leda y el cisne, vuelve a ocupar su antiguo espacio y llama la atención de los curiosos. Sin embargo la nueva imagen y tranquilidad parece que durarán poco. Las aves que usan los árboles del parque al amanecer y al atardecer como sitios

Juanita no le teme a las espinas

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El jardín de Juanita parece un oasis diminuto en medio de la calzada de San Luis, donde predominan las edificaciones y el ruido de los vehículos. Me atrevería a decir que ese sitio conquistado por la belleza de las plantas funciona como un pulmón verde, capaz de oxigenar el paso apresurado de las personas. Flores de mármol, violetas, orquídeas, helechos y otras muchas variedades ornamentales intentan robarse la atención, sin embargo las cactáceas adquieren el verdadero protagonismo mientras crecen en latas de bebidas, recipientes de barro o envases de helado. Para la octogenaria Juana Quintero García, coleccionista de cactus, el arte de cultivar y cuidar esta familia de plantas suculentas constituye un empeño que inició desde su juventud y continúa siendo una práctica que la mantiene viva. Conocedora empírica del oficio, habla de esa pasión con total fluidez. “Siempre me gustaron los cactus primero porque son nativos del continente americano. Tienen una estructura dif

El guanero y el monte

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Por Adrialis Rosario Zapata y Anet Martínez Suárez Wilfredo Bilbao Rodríguez es uno de los pobladores de Cayo Ramona que recorre más de 8 kilómetros con los primeros rayos del sol para adentrarse en el humedal y recoger guano. Wilfre, como también lo llaman, no le teme a lo que esconden las oscuras aguas, ni a la hormiga santanica ni a los mosquitos que llegan con los últimos meses del año. “Soy viejo conocedor del monte. Desde los siete años he estado “reguindao” del abuelo mío que hacía de todo en la ciénaga y era cortador de guano, de él aprendí ese trabajo. Me dedico a cortar guano junto a mi papá desde hace más de 15 años y es como una tradición. “Nos levantamos siempre a las cuatro y media de la mañana, si no es a esa hora, no se puede ir a trabajar porque te coge muy fuerte el sol. Además pa’ poder hacer las cosas de la finca, me dedico a ordeñar las vacas, a atender los animales, y trabajo la tierra junto a mi papá que es productor de viandas y hortalizas. Uno

Elianis, la muchacha de los frijoles

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Desde hace algunos años lo mismo en eventos científicos que cuando desanda las diferentes áreas de la Universidad de Matanzas, Elianis no es Elianis así a secas, pasa a nombrarse para todos Elianis, la muchacha de los frijoles.   A Elianis no le molesta que sus compañeros de clase y profesores a menudo la llamen así: la muchacha de los frijoles. El sobrenombre no lo lleva precisamente porque sea experta en el arte de cocinar legumbres, lo lleva grabado desde que se interesó por el cultivo de los granos, especialmente del frijol. Con tan solo 21 años a Elianis Caridad Alfonso Negrín se le ve hablar muy dispuesta sobre alguna investigación en los laboratorios de la Facultad de Agronomía, de la Universidad de Matanzas, mientras que en los campos de Unión de Reyes siempre le aguarda una parcela de tierra donde cosecha la planta herbácea para mantenerse al tanto de las etapas de desarrollo del cultivo. Cualquiera diría que nació para ser ingeniera agrónoma al saber que

En el Parque Watkin: Pequeños reyes de la sabana

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Mariela luce adorable todos los días. Quizás el resto de los animales del Parque Watkin, ya sean monos, lobos, conejos y hasta la hiena, sientan cierta envidia cuando la ven caminar frente a ellos como la reina de la sabana. Aunque parezca una locura, ella, una leona de siete meses de edad, tiene el privilegio de ser la única a la que le abren las puertas del recinto para que pueda disfrutar por un rato de la aparente libertad. Su rutina es bien sencilla. Temprano en la mañana sale de la jaula donde se mantiene la manada y les da los buenos días a todos los animales dentro del parque, pero su compañero preferido para compartir es el cebrasno. Luego llega el momento de regresar con su familia, antes de la llegada del público. “Le gusta ese paseo y se porta muy bien”, comenta con desenfado el cuidador Lázaro González. Parece un gato grande que observa todo con curiosidad y sus movimientos dicen que quiere jugar. Se podría decir que es como “la niña de los ojos”, y también