Centro de Estudios Anticorrosivos y Tensoactivos: Una maquinaria que impulsa al país



Similar a una maquinaria opera el Centro de Estudios Anticorrosivos y Tensoactivos (Ceat) de la Universidad de Matanzas. Cada eslabón del proceso, ya sean profesores, ingenieros, técnicos, obreros y estudiantes, está bien engranado y transita desde la investigación hasta el cierre del ciclo con la aplicación de un determinado servicio.

El grupo de profesores que fundó el primer centro de estudios de la UM en 1994, quizá nunca imaginó que se convertiría en un sitio capaz de contribuir al ahorro de más de 2 000 000 de pesos en moneda total al país en materia de sustitución de importaciones, durante los últimos cinco años.

Los resultados del Ceat se deben al interés del personal por centrar la mirada en problemáticas de la localidad y sanar donde es preciso desde la ciencia, gracias al esfuerzo dirigido a lograr que ningún estudio quede engavetado.

Según Harold García Betancourt, director de la entidad, la Unidad de Desarrollo e Innovación posee varias líneas de investigación que abarcan las tecnologías de productos y servicios anticorrosivos, tensoactivos y desarrollo de nuevos materiales, y la conservación del patrimonio.

Cada línea incluye un grupo de investigadores y otro científico-estudiantil sobre todo de las carreras de química y mecánica, que involucran en los proyectos tanto desde el punto de vista curricular como extracurricular, a partir de sus motivaciones.

UNA BATALLA CON LOS ANTICORROSIVOS Y TENSOACTIVOS 


La comunidad científica internacional confirma que las pérdidas económicas ocasionadas por la corrosión en cualquier país ascienden cada año al cuatro por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) y la isla de Cuba no está ajena a esta situación.

“La corrosión actúa desde el punto de vista electroquímico influenciada por la atmósfera, los vientos del norte provocan la aceleración de este fenómeno que se evidencia en el deterioro del metal”, explica el doctor en Ciencias Ornan Méndez González.

Motivado por esta temática el Ceat ha realizado numerosos estudios, comenta el jefe de la línea de investigación, y luego ha desarrollado en una modesta planta piloto nuevas familias de productos anticorrosivos para contrarrestar el fenómeno.

Así surgen diversos productos como las ceras para proteger superficies pintadas, y las disoluciones de fosfatados, destinadas a limpiar superficies oxidadas, capaces de dar respuesta a las necesidades de las industrias de transporte, energética y sideromecánica.

Además el profesor destaca el avance de los tensoactivos, sustancias que disminuyen la tensión superficial de un líquido o la acción entre dos líquidos, en especial los modificadores del fraguado en hormigón y morteros, una línea con grandes potencialidades y de interés en la construcción.

“Los que el centro elabora permiten acelerar el proceso de fraguado de los bloques producidos en el municipio de Cárdenas, pues alcanzan su dureza en solo dos días en lugar de los siete habituales, una experiencia a tono con el propósito del país para impulsar la política de la vivienda”, refiere el experto.

UN TRAJE A LA MEDIDA 

El grupo de trabajo mantiene una filosofía basada en los sistemas de protección anticorrosiva y conservación, al aplicar los productos según los requerimientos precisos de cada equipo, similar a diseñar un “traje a la medida”, con el propósito de incrementar la durabilidad del objeto.

Cualquier chofer conoce que en nuestra geografía el componente estructural de los autos posee una vida útil inferior al componente funcional, debido a la agresividad corrosiva del entorno, por tanto el servicio de mayor experiencia del Ceat es el aplicado a los vehículos de transporte.

A decir de García Betancourt mediante el vínculo sistemático entre organismos estatales han logrado aumentar la durabilidad de las carrocerías, disminuyendo los costos de chapistería, la pintura así como reposición de partes y piezas.

“Este constituye un servicio que pretendemos fortalecer, comenzaremos a brindar asistencia al pueblo en un establecimiento que se construye en la Empresa Integral de Servicios Automotores”, asegura el máster en Ciencias.

El aporte de soluciones certeras sustentadas en un estudio exhaustivo y específico del caso se ha extendido a varios sectores como la Unión Eléctrica, la industria militar y centros culturales donde se atesora el patrimonio de la nación.

Desde hace unos meses luego de las indicaciones realizadas por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, durante la visita de gobierno, también se encuentran inmersos en responder a las necesidades de la industria del petróleo y la azucarera.

La firma de contratos con la Empresa Comercializadora de Combustibles (ECC) de Matanzas y la Empresa de Suministros del Azúcar Azumat da fe de los avances en materia de colaboración.

“Hemos dado los primeros pasos en la ECC en pos de proceder a la limpieza superficial y la comercialización de productos para la conservación de las estructuras. En cuanto a la protección de la industria azucarera tenemos mayor ventaja pues ya existen diagnósticos y aplicaciones, iniciaremos labores de conservación en el central Jesús Rabí, de Calimete”, detalla el ingeniero.

A LAS COSAS QUE SON FEAS… 

Para el Ceat varios recursos como el desecho de asfalto, el aceite usado de la combustión de motores (conocido comúnmente como aceite quemado), la viruta de goma, el residual de policosanol procedente de BioCubaFarma, constituyen la materia prima clave en la creación de lo novedoso.

García Betancourt expone que “el hecho de trabajar muchas veces con desechos de procesos ofrece la posibilidad no solo de adquirir los insumos a precios más económicos, sino también de disminuir el costo del producto que se vende”.


La reutilización de los contaminantes genera un impacto favorable en el medio ambiente. Al darle una segunda oportunidad, el centro evita que sean eliminados o desechados de forma perjudicial para la salud del planeta.
 
Los residuales son empleados en la fabricación de productos de muy aceptados, por ejemplo, las grasas de conservación, útiles para proteger aceros, y los mástiques, compuestos asfálticos modificados con polímeros que funcionan como impermeabilizantes. 

Por otro lado, el investigador afirma que las disoluciones de fosfatado devienen la mercancía más comercializada en estos momentos, aunque aún no se logra satisfacer toda la demanda ya que requiere dos materias primas importadas para su elaboración.

Bajo la marca registrada Distin, el Ceat vende toda la gama de productos. El Distin-504 es la disolución de fosfatado de acción rápida que se ha llegado a comercializar para la población.

“Este producto puede aplicarse en los hogares para evitar la corrosión, se ha vendido a granel a la Empresa Química de Cienfuegos y la Empresa LAMAS de Matanzas, quienes se encargan de suministrarlo en la red minorista”, aclara García Betancourt.

Con un trabajo científico multidisciplinario el personal del Ceat apuesta por el desarrollo del país, logrando un estrecho vínculo con las empresas estatales y la inserción en proyectos internacionales como el de impermeabilización en viviendas de sectores vulnerables.

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