La ciencia tiene nombre de mujer



A Lena se le ve siempre rodeada de alumnos en la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas, cuando no está allí la encuentras hablando con la comunidad sobre enfermedades que pueden prevenirse y ayudando a ver la vida con color.

Por otro lado, Leydi dedica gran parte de su tiempo a estudiar la abeja de la tierra en la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey. Tiene la esperanza de rescatar esta especie por el aporte al servicio ecosistémico de polinización.


Ellas llevan la ciencia adelante y en cada tarea está presente la inteligencia y sensibilidad propia de la mujer. Debido a su trayectoria ambas recibieron la Distinción Manuel J. Presas y Morales al talento joven científico, en su primera edición.

Al recibir la noticia la psicóloga Lena Alonso Triana no puede esconder la alegría en sus ojos, y comenta que su labor “recién inicia”, pues el trabajo con las pacientes con cáncer de mama y cáncer cérvico uterino le apasiona y la ha marcada profundamente.

Estos dos proyectos se unen con el propósito de intervenir en las féminas de forma temprana, antes de la aparición de la enfermedad, y también acercarse a la ya operada para lograr rehabilitarla y reinsertarla en la sociedad.

La doctora en Veterinaria Leydi Fonte Carballo atesora un quehacer científico de 12 años en el laboratorio, en el campo junto a las colmenas de la abeja Melipona beecheii.


“Me dedico al manejo y la reproducción de estos animales para contribuir a su conservación, pues se encuentra en peligro y puede aportar mucho a nuestra isla. Evaluamos las propiedades antimicrobianas y antioxidantes de la miel, porque ayuda al organismo a reducir el daño inducido por el estrés oxidativo que ocurre de manera fisiológica en nuestros cuerpos”, refiere.

Jamás se amilanan ante las dificultades y llevan a la par, como verdaderos pilares, la familia, las responsabilidades del trabajo y la difícil vida cotidiana, sin perder jamás la ternura.

Para ellas ser madres y mujeres capaces de impulsar el desarrollo del país con sus investigaciones, resultan verdaderos sueños hechos realidad. Además, confiesan que el camino transitado se transforma en logros gracias al apoyo de familiares y amistades.

“A veces debemos sacrificarnos, pierdo algunos momentos importantes de la vida de mi hija como llevarla a la escuela o asistir a una reunión de padres, por cumplir con una determinada actividad científica, sin el apoyo de mi mamá no pudiera hacerlo, siempre está en la retaguardia”, dice Leydi. Hoy coinciden en que sus principales retos radican en culminar su formación doctoral para así nutrir a la provincia de nuevas tesis y sumar más jóvenes a la tarea de hacer ciencia en Matanzas. (Fotos: Roberto Jesús Hernández Hernández)

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